El Club de los Grandes Hipócritas

La verdad os hará libres, pero también os hará... profundamente antipáticos." Así rezaba el lema de un club secreto que funcionaba en la Universidad de Oxford hace medio siglo. Sus miembros, que se hacían llamar Los Grandes Hipócritas, defendían este rasgo del carácter humano como una virtud máxima. Naturalmente cabe pensar que tal idea era sólo producto de la excentricidad habitual entre estudiantes elitistas, pero lo cierto es que se tomaron la molestia de escribir todo un panegírico de la hipocresía social, a la que consideraban como expresión del más alto sofisticamiento y  buena educación. Un rasgo que impedía que las personas fueran por ahí expresando sus más íntimas (y casi siempre desagradables) opiniones sobre el prójimo. Ellos opinaban que la hipocresía social era el factor que más diferenciaba al hombre de las bestias y, por tanto, un producto de su mejor inteligencia. 

Tan original teoría puede resultar de interés en un mundo tan agresivo como el insulto es moneda de curso legal y en el que cantar las verdades se considera muy recomendable. En contraposición a esta actitud, el Club de los Grandes Hipócritas hacía las siguientes reflexiones: para empezar, aseguraban que la hipocresía, como arte que es, sólo está al alcance de los seres más inteligentes, de aquellos que conocen los puntos débiles del prójimo y saben cómo aprovecharlos en beneficio propio. "El hipócrita sabe cuan vulnerables son todos  los humanos al halago y lo utiliza sin sonrojo, y es lícito, perfectamente lícito, que lo haga, puesto que la vanidad -a diferencia de la hipocresía- es un rasgo humano; no sin ninguna faceta positiva y merece ser puesta en evidencia."

 Nuestra virtud favorita -continuaban diciendo Los Grandes Hipócritas- sabe adoptar otros muchos disfraces interesantes para conseguir sus fines, como cuando se vale de la alabanza desmedida hasta producir el efecto contrario al que parece a primera vista, porque ¿existe mayor canto a la hipocresía que el discurso de Marco Antonio ante el cadáver de César donde comienza ensalzando a Bruto? Igual que Antonio fue capaz de convertir al asesino de César de salvapatrias en villano con su discurso hipócrita, nuestra virtud favorita resulta ser el dulce envenenado mediante el cual se logra que el oyente acabe aborreciendo lo que (en apariencia) uno está encalzando. La hipocresía, por tanto, es sutil, educada, talentosa, no se encara con nadie  y cuando se ve en la obligación de decir la verdad recurre a la ironía, de la que es hermana de sangre." "En conclusión, hermanos: defendamos la existencia de la hipocresía como la forma de inteligencia que nos diferencia de las bestias: si ellas recurren a la fuerza bruta, es porque no pueden valerse del don divino de la palabra."

De este modo concluía el original club su discurso, dejando en el lector la duda razonable de si hablaban en serio o en broma. Muchos años después de leerlo, cuando yo casi había olvidado sus postulados, encontré una máxima de La Rochefoucauld que me ha hecho recordar el Club de los Hipócritas y que transcribo por si alguien cree que merece un segundo pensamiento: "La hipocresía es el homenaje que el vicio rinde a la virtud".

Carmen Posadas

La Vanguardia - 2/11/03

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